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Lo académico vs lo visceral

elisrivera3

Actualizado: 12 mar 2023

Desde su inicio la Arquitectura ha sido una pieza clave de las sociedades. A través de esta se puede tener una idea de cómo funcionaba la vida en cada época y de cierta manera, ver cómo se dividían los miembros de un mismo grupo social, entre otras cosas. Sabemos que para poder generar la arquitectura primero debe existir un por qué y un para qué, es decir, la arquitectura debería solventar ciertas necesidades básicas como lo son la seguridad y el refugio. Si bien la arquitectura cumple con esto, es imposible negar la existencia de un componente emocional a la hora de generar arquitectura. La arquitectura, además de ser una envoltura que proporcione refugio a sus usuarios (espacio habitable), también sirve para expresar las ideas de la sociedad.


Moneo dice de Durand que "su materialismo le lleva a entender que la historia de la arquitectura se ha movido mediante la aplicación de dos palancas, el amor al bienestar y la aversión a cualquier tipo de penalidad". Más adelante se menciona que el fin de la arquitectura es "la utilidad, la conveniencia y la economía". Para explicar la función de la arquitectura, Moneo expresa que "la solidez, higiene y la comodidad son los atributos que exige la adecuación, mientras que la economía llega tras cumplir con atributos como la simetría, regularidad y la simplicidad". Lo mencionado anteriormente claramente demuestra una visión académica y pragmática de lo que debería der la arquitectura. Pero, ¿acaso la arquitectura es sólo una respuesta a nuestra necesidad por refugiarnos o puede servir para nuestra expresión?


Wagner, el compositor de ópera y polímata del siglo 19, expresa sobre el drama que "el drama interior, expresivo y natural, va más allá del drama que sigue la forma poco-natural en la que los romanos imitan los modelos griegos y menciona que el modelo de Shakespeare es un medio libre donde la historia no es limitada por reglas preescritas". Si llevamos este racionamiento a la arquitectura, nos encontramos con una persona que insiste en ir más allá de lo pragmático, es decir, una persona visceral.



En la actualidad tenemos a varios arquitectos con diferentes metodologías de diseño y maneras de proyectar y construir la arquitectura. En particular vienen a mi mente, al igual que en el artículo anterior, los arquitectos Rafael Moneo y Frank Ghery. Ambos arquitectos son ejemplo de ambos extremos en la arquitectura, lo académico y lo visceral. Comenzando por lo académico, se conoce que Rafael Moneo es o ha sido profesor de arquitectura y a lo largo de su trayectoria como profesional ha dejado muy clara su intención por preservar la historia y por seguir una metodología de diseño pragmática. Obras como el Museo Nacional de Arte Romano en Mérida, España y el Museo del Teatro Romano de Cartagena en Murcia, España trae ante nosotros su interés por preservar el contexto, la historia y hacer algo nuevo mirando los modelos pasados. Por otro lado, Frank Ghery es un arquitecto que, más que arquitecto, puede ser considerado un artista. Obras como la Casa Danzante en Praga y el Museo Guggenheim de Bilbao, España nos dejan ver su interés por expresar dinamismo y elevar la arquitectura a un nivel mayor. De sus obras podemos concluir que para Ghery la arquitectura es mucho más que una estructura que proporcione refugio o un espacio habitable, más que eso, la arquitectura es una expresión de él como arquitecto, de la sociedad y el lugar donde se encuentra, es decir, su mirada va más allá de lo tradicional.



Luego de ver ambas posturas puedo decir que me inclino hacia lo académico o pragmático sin dejar de un lado lo visceral. Si bien la arquitectura sirve para expresar la voluntad de la época como diría Mies van der Rohe, la arquitectura en su esencia surge tras la necesidad de refugiarse y obtener comodidad. Soy uno de los que opina que en el diseño la forma debe seguir la función, a la par en que me preocupo por la experiencia sensorial dentro de los espacios que pueda generar en el diseño. El expresar carácter e identidad en un proyecto es inevitable. Nadie que no sea un entusiasta de la arquitectura o que haya estudiado la carrera va por la vida sin reconocer una obra de Niemeyer, Le Corbusier, Van der Rohe o Gaudí ya que sus obras expresan, a cierto punto, su identidad.


En conclusión, ambas formas de abordar la arquitectura tienen su valor y sus puntos fuertes. Está en cada cual analizar qué método va acorde a su manera de diseñar y qué puede ayudarle a solventar o suplir, a cierto grado, las necesidades de quien le confie la tarea de generar un espacio que cumpla con ciertos parámetros. Podemos generar arquitectura con detalles estéticos impecables, envolturas y selección de materiales envidiables pero si no trae consigo comodidad ni sirve como un espacio habitable y no va más allá de lo estético, de nada sirve.


Fuentes: Conferencia de la clase, lectura sobre Wagner, lectura sobre Durand


Imágenes: Pinterest

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